Educación para la convivencia
Aprovecharé, en esta ocasión, para hablar de un tema que estamos tratando en el documental. Hace unos días, el diario El País publicó que según un estudio de la Fundación Hogar del Empleado, el 5,2% de los profesores ha observado agresiones hacia ellos. Estos datos deben ser entendidos a partir de los últimos escándalos aparecidos en la prensa sobre la inseguridad que padecen algunos maestros en sus puestos de trabajo, una situación que llevó a algunos de ellos a manifestarse, no hace mucho, ante la Generalitat de Cataluña pidiendo una solución para este problema. El artículo señalaba que este dato no hacía más que demostrar que los casos de violencia hacia el profesor son los mínimos, en comparación, eso sí, con el número de casos de acoso escolar tanto al personal docente como a otros alumnos. Una de las causas principales que encuentran a este problema los expertos es la prolongación de la vida escolar de los jóvenes. Chicos que con 14 años no quieren seguir estudiando tienen que permanecer en las aulas a la fuerza, así que se limitan a, en el mejor de los casos, molestar. Ante este panorama, varios directores de institutos de secundaria han elaborado un paquete de peticiones para que el Ministerio de Educación y el resto de instituciones competentes se pongan manos a la obra. Entre otras peticiones, destacan la multiplicación de medidas de atención a la diversidad (aulas de acogida, agrupamientos flexibles o atención personal), lucha contra la masificación de los centros, incorporación de nuevos profesionales en el ámbito educativo (educadores y trabajadores sociales, personal sanitario o psicólogos), lograr una mayor implicación de las familias en la educación de sus hijos, elaboración de una normativa disciplinaria ágil, constitución de equipos de mediación…Estas propuestas, sin embargo, dejan de lado otras iniciativas que se podrían llevar a cabo. Podría diseñarse, por ejemplo, un proyecto educativo como el que estamos ideando en nuestro grupo, de modo que desde los medios de comunicación pudiera contribuirse a la mejora del bienestar de los docentes promoviendo, por supuesto, toda una serie de valores entre la juventud. Éste es, creo yo, el gran reto que tiene la sociedad en los próximos años. Si los padres utilizan los centros escolares como aparcacoches y dejan que sus hijos estén solos en casa hasta horas intempestivas, los jóvenes adquieren hábitos y actitudes incorrectas, en buena medida porque el gran referente que tienen durante todas estas horas de soledad son los estereotipos que ven reflejados en sus televisores. Está claro que la educación debe empezar en casa, pero la pequeña pantalla no puede quedarse con los brazos cruzados.
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