V. Muñoz: "Un banco dirigiendo la educación es como un mecánico a cargo de una sala de cirugías".
Existe un abismo entre la educación y el derecho a la misma. Esto es lo que dice Vernor Muñoz, un Observador de la ONU sobre el Derecho a la Educación en el mundo. Según él, los gobiernos del mundo creen cumplir con su obligación moral de garantizar una educación formal a sus ciudadanos, pero esto deja fuera de los circuitos formativos a “800 millones de adultos y 140 millones de niños y niñas”. “Los instrumentos internacionales tienen una visión restrictiva de la educación”, explica. Para Muñoz, se le ha dado a la educación un sentido “mercantilista”, porque se ve, actualmente, como un medio más para “solventar las necesidades de los empresarios”. “La educación tiene un papel en el combate al desempleo y la pobreza, pero no se reduce a ello”, esgrime. “El verdadero sentido no es el producto, sino el ser humano, la dignidad de la persona”, puntualiza. Desde su punto de vista, y tal y como dijo recientemente en una conferencia en México, los proyectos educativos deben ir dirigidos y estar concebidos desde los derechos humanos. El problema que encuentra este especialista es que en América Latina, entre otras zonas del mundo, las políticas públicas de educación se orientan al problema del abandono escolar, intentando dar diferentes razones a este problema, entre ellas la económica. La raíz del problema, según Muñoz, según Muñoz se encuentra en la escasa predisposición de algunos gobiernos a conseguir un sistema de educación integral. En algunas ocasiones, se obliga a las familias a hacerse cargo de parte del coste de la escolarización de sus hijos. El costarricense también opinó sobre el papel que tiene el Banco Mundial en la definición de los diferentes modelos educativos: "Un banco dirigiendo la educación es como un mecánico a cargo de una sala de cirugías". Este tipo de medidas han sido las que han llevado a la educación a una “realidad dramática”, convirtiéndola en un “servicio”, en vez de en un Derecho Humano. “Un servicio que puede darse o no, que puede relegarse, suspenderse”, añade. Esto, además, impide que la educación colabore en proyectos como el de la formación de una ciudadanía “responsable y preactiva” en cuanto a los Derechos Humanos. Según Muñoz, la educación no debe tener otro propósito que conseguir que las sociedades aprendan a vivir en solidaridad y los valores sean rescatados.
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